domingo, 28 de septiembre de 2014


EN LA TERRAZA
¿Qué queda?

La Geografía de Constanza ha tenido la bendición divina a lo largo de su existencia, esta zona de Republica Dominicana habitada por indígenas dedicados a la cacería, pesca y recolección en los valles de Tireo, la Culata y la parte alta de lo que hoy es la ciudad de Constanza, como todos los de su raza fueron exterminados por el yugo colonizador.

Varios siglos permaneció Constanza sin la presencia humana, como si la divinidad la reservara para un fin superior, este valle encantado solo fue utilizado como caballeriza, para el cambio de monturas en el paso hacia y desde el sur y norte; adquirió notable importancia en la Guerra de Independencia con Haití y volvió a ser un punto estratégico durante la guerra de La Restauración. Durante las décadas del 1920 al 1960 fue  objeto de una gran explotación maderera, destacándose en junio del 1959 y febrero del 1973, por las invasiones conocidas como De los Barbudos y Caracoles.

Este valle intramontano enclavado en el centro de la isla sobre la Cordillera Central donde durante el invierno el agua parecía extraerse de un refrigerador y los ríos fluían como cánticos de alabanzas bautizando con sus cristalinas aguas las planicies fértiles arropadas por manto puro y blanco de la neblina, que extasiaba a sus visitantes como deteniendo el tiempo entre el iris observador y el verdor de un paisaje único y de reconfortable sin igual belleza.

Hemos visto grandes hombres de nuestra historia extasiarse y navegar en el encanto que Constanza despertó en ellos y externar expresiones poéticas de exageradas significaciones.

Hemos Observado El Salto de Aguas Blancas imponente lloviznar cristalinas gotas de rocío hacia su derredor mojándonos el rostro con una caricia de pureza.
  
Hemos disfrutado de un chapuzón de inexplicable placer en Río Grande y hasta recitado versos de Neruda a la mujer amada, mientras esperamos el guiso a 10 metros de la orilla cristalina y fría de su lecho.

Hemos dejado zarpar en la mirada gota a gota sobre la planicie del valle cada hilo de aliento del Río Constanza que al confluir con el Río Pantuflas le  alegró la existencia sin medidas a tantas generaciones. Atravesando la Piscina hasta dejarlos agotados en El Salto subiendo los escalones de piedras.

Hemos recorrido el Río Pantuflas recogiendo pomos, siguiendo Caballitos y Siguas y tropezar con cuyayas  anidadas en sus pomales. Hemos puesto la imaginación a volar en una chichigua hecha con pendones del Pantuflas y Pinar Bonito que nos brinda su vida a través de media pulgada de agua una hora al dia en cada casa nos higieniza sin reclamos.

Este terruño hecho por las manos de Dios, tan cerca de él, donde se respira paz y tranquilidad, se nos entregó su administración y en tan pocos años, ya no existe un pez que pescar en el puente de El Cercado o el de La Secadora, ya no hay que remangarse los pantalones para cruzar el Río Grande y ni tu hijo ni mis hijas disfrutaran un fresco baño en Pinar Bonito o Arroyo Hondo, no serán acariciadas y acariciados por la llovizna cristalina y gélida de Aguas Blancas.

Hoy nuestras generaciones incapaces de preservar la grandeza de la naturaleza que nos fuera dada,  legamos a nuestras hijas e hijos un medio ambiente degradado en proceso extinción y lo que Dios nos regaló como una bendición se lo entregamos a la nueva generación como una maldición.

¿Es posible Revertir esta Realidad?
¿Hay tiempo para hacer algo que recupere nuestro ambiente?
¿Qué estás dispuesto o dispuesta a hacer tú  y Yo para mirar el rostro reflejado en Aguas Blancas y recibir 24 horas de agua en el hogar?